Comencemos por aquí: ¿Dónde estamos?
¿Por qué preguntarnos dónde
estamos? ¿No sería mucho más fácil vivir y ya?
Parece que es lo que muchas iglesias
están haciendo: ¡vivir y ya!, ¿Qué tiene de malo eso? Para responder a esa pregunta, sólo tenemos que echar una mirada
dentro de ellas, muchas de ellas se están muriendo anímicas, sostenidas por hermanos de la tercera edad, sin jóvenes y pronto sin niños.
¿Puede la iglesia estar cerrándose
las puertas a sí misma? ¿Se auto limita al no conocer al mundo que tan
afanosamente busca evangelizar pero que tiene pocos resultados?
Pero no hablaremos de la iglesia de
habla hispana, ya que tendríamos que tocar al viejo continente, nos concentraremos
en Latinoamérica.
Theo Donner, en
su libro Posmodernidad y Fe, menciona que
la iglesia Latinoamérica no tiene un sentido histórico, carece
de memoria en sus propias raíces y por lo mismo, se encuentra en una permanente
crisis de identidad y susceptible al
impacto de la posmodernidad.
Si
la iglesia no sabe de dónde viene, no sabe a dónde irá, puede desgastar sus recursos, a sus personas, pero llegarán as mismo punto como si caminarán dando vueltas en el desierto.
No es mi deseo ser pesimista, prefiero ser una optimista realista, que considera su realidad con la intención de tener la mayor información posible para poder actuar de manera más certera, enfocando los recursos a un blanco bien definido.
La respuesta a la pregunta de ¿Dónde estamos? la responderemos en la siguiente entrada: La posmodernidad.
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