La Iglesia latinoamericana hoy



Debemos citar a Pablo Deiros cuando hablamos sobre el  protestantismo en Latinoamérica.

De acuerdo a Deiros el protestantimo llegó a expensas del catolicismo que no lograba salir de sus problemas en América Latina.  La falta de sacerdotes  y la incapacidad de adaptarse al cambio, creo un "vacío" en el cual pudo germinar la semilla del protestantismo.

Pero sus raíces  han sido poco profundas y con una falta de memoria, siempre espera  algo nuevo, la siguiente gran moda.

El internet le ha permitido a la iglesia conocer el gran buffet de predicadores, ministros de alabanza  e iglesias, soñando que en su pequeña iglesia, con su pastor que si bien le va estudio un instituto le de lo que está viendo en la pantalla.


Así, la iglesia local se convierte en un lugar de insatisfacción porque el "pastor" no predica con la misma unción o poder, dónde no hay sanidades  y  solo hay una guitarra para cantar.

No bastándonos eso, también tenemos la capacidad de intentar copiar, olvidamos que  no es la misma cultura,  compramos bibliografía traducida que contiene ejemplos que no podemos replicar o entender.

Copiamos cuando queremos que nuestras iglesias sean todo aquello que vemos en nuestras pantallas, incluso, es mejor una pantalla que aquel predicador que no es tan “carismático”.


La posmodernidad ha invadido la iglesia cuando esperamos que la alabanza, la predicación, las instalaciones sean todo aquello que nosotros esperamos, pero sino es así, siempre habrá otra opción doblando la esquina o abriendo el computador.


Y con  todo esto la iglesia sigue luchando con que la gente “entre”: mejores instalaciones, café en las clases, una alabanza avivada (esta definición claro está, dependerá de cada persona), una predicación explosiva.

Hacía adentro; queremos llevarlos y cerrar las puertas detrás de ellos para que no se vayan, pero ¡Oh sorpresa! Salen por la puerta de atrás, otros por las ventanas y los que se quedan ocupan banca.

Y eso nos ha bastado ¡Qué no se vayan!, que ocupen una banca, que dejen sus diezmos.


¿Y qué pasa con el mundo sin fundamentos? ¿Qué pasa con el mundo del vacío?, ¿los dejamos afuera y permanecemos en un lugar seguro?

Lo sabremos cuando nuestros jóvenes no regresen a la iglesia, cuando nuestras iglesias comiencen a quedar vacías, cuando las reglas son más importantes que las personas.

Y es que no quiero llamar a la anarquía, ¿hay reglas? ¡Claro que sí! 

Debemos tener límites, ¿alguno? La Teología Sistemática es uno de ellos, pero la iglesia en su afán de mantenerse pura y santa ni siquiera se ha cuestionado si su teología sistemática requiere una revisión; la iglesia no ha sacado ni la nariz y cuando la saca, lo que sabe hacer es menear la cabeza en señal de desaprobación.

Pero no todo está perdido, ni tampoco podemos ser tan dramáticos, la iglesia Latinoamericana tiene la capacidad de mutar y ajustarse al siguiente movimiento.

Su permanencia no ha sido un error y su  mente olvidadiza tal vez no sean solamente un mal, también pueden ser una bendición.

Una bendición que le permitirá acercarse con los que sufren, esta amnesia puede ayudarle a perdonar pronto y volver a la carga.

No todo está perdido, tiene que volver a sus fundamentos pero es buena adaptándose a su entorno, a las personas y a sus situaciones difíciles.

La iglesia en América Latina es  fuerte, siempre está en combate, basta echarle un ojo a las redes sociales. Tal vez lo único que le falta es dirección.


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